Tremendamente inmensa es Adriana Varela.
Tremendamente humilde, también. Una persona sencilla que cuando sube a un
escenario es un huracán. Su impronta ilumina el mundo entero. Tuve la suerte de conocerla en una nota que me toco
hacerle, junto a Damian Urquiza, para la revista “El Cruce”. Revista que publica la Universidad Nacional de Lomas de
Zamora
Contrario a lo que pensaba, la note
muy cercana al Rock. Aunque en algún punto, luego de descubrirlo, era una cercanía visible. Muy influenciada por Luis Alberto Spinetta, por los Beatles,
por Charly Garcia. Pensé que iba a encontrarme con una persona con la que íbamos a
hablar solo de tango y no fue así. En la nota nos contaba que su ADN musical está
compuesto por el tango, pero también por el rock.
Si
tuvieses que definirte como artista ¿cómo te definirías?
Inconsciente. Lo cual no quiere decir
irresponsable. Inconsciente. Para mí, si tuviera que definirme como artista. En
verdad, yo no me autodefiniría. El tema de autodefinirse me parece un garrón.
Pero si yo tuviera que definirme me definiría como una inconsciente.
Absolutamente. Como en la vida (risas). Inconsciente para mandarme. Después,
bueno, tengo como principio de realidad, tengo hijos, no es que estoy por las
cornisas literalmente como dice Cacho. Literalmente no, Simbólicamente si.
Hoy se plantea la diferencia entre lo popular y lo masivo ¿como sentís esa relación?
Lo
popular es espontáneo, no hay con que darle. Porque sobrevive. Y lo
masivo son dos minutos, dos años o dos décadas. Pero históricamente no es nada.
Lo vanguardista es clásico, lo vanguardista es esencial y termina siendo
clásico. El tema de lo clásico no tiene que ver con la postura de una peluca
del siglo XVI. Lo clásico es lo esencial, para mí. Te hablo de Hendrix
o Zappa. ¡Luis Alberto Spinetta! ¡Nos rompió la cabeza! Yo era chiquita, un día
lo vi por televisión, en blanco y negro, cantando una canción que me acuerdo que
era “hoy todo el día en la ciudad” ¡y me partió la cabeza! En ese momento, yo era adolecente y
lo vi al flaco y dije - wooow. Y despues, el surrealismo.
Mis
hijos tienen a Luis como Dios y yo digo: “que buena onda”. Pero por otro lado
pienso, que cagada que no pase otra cosa. Pero después digo ¿Por qué hay
que protagonizar siempre el momento histórico? Bajemos el nivel de egos, o de
hedonismo, y tomemos de los grandes. Nutrámonos de lo artístico de esos padres.
Mis hijos tienen ese padre. Yo lo tuve como par. Y mis padres,
que me nutrieron en algún momento, son (Homero) Manzi, (Enrique) Cadícamo. Ya
tengo la Info de Luis (Spinetta), de Charly (Garcia), de todo lo que es rock
& roll, de Beatles. Después me di vuelta y dije: ¿de dónde vengo? ¿Como es
eso?
¿Sentís que todo eso te influencio?
Bueno. Yo empecé a abrir mi corazón y mi
cuerpo con los Beatles o los Rolling Stone. Me paso una cosa hormonal que no lo
puedo explicar. Lo hormonal no se puede explicar. Era muy chiquita. Me acuerdo
que la primera vez que escuche a los Beatles fue en una reunión en un salón
donde mis viejos me llevaron. Yo era chiquita, tenía 11 años, y escuche a los
Beatles. Un tema. Ponele, Misery, Anna. Un doble. Y me quede. Me paso algo ese día
que no me lo olvide más. ¿Quién soy? ¿Dónde estoy? ¿Cómo es esto? ¿Soy una
mujercita? ¡No! Ahí empezó una revolución que después iba a seguir con otras
revoluciones.
Básicamente
tus influencias son muchísimas…
Son muchas, claro. No te olvides que nosotros
hemos vivido una época riquísima. Muy rica. Y también muy intensa. Y también
muy peligrosa. Pero todo eso… el que no lo atravesaba…
Hay quienes
dicen que después de los 70´ no se creó nada nuevo. ¿Qué opinas de eso?
¿Por qué hay que protagonizar? Cuando una persona se pone sobre una mesa a
decir cómo puedo ser diferente, ya yo dudo de que pueda ser un artista. Tiene
que vibrarlo. Y si es diferente mejor. Y si no es diferente... qué se yo. Yo no
soy una creativa. Yo no soy una mina que se ponga a escribir o que se ponga a
pintar. Pero dudo de la gente que se obliga a ser nueva. Y eso de que no pasó
nada nuevo, yo te digo que los 80´y los 90´, en el mundo, hubo un vacío que lo
globalizado fue, mal globalizado, un parate cultural. Y por otro lado, los que
veníamos con Info fue descubrir músicas de otras aldeas. Pero siempre world
music, no lo masivo. Aprovechamos para escuchar flamenco, sevillanas, fados. Y
otros se subieron a las radios a escuchar a Madonna.
¿Sentís
que hay una revalorización del Tango en el exterior?
Sí! Pero hace rato. Hay estudios filosóficos
interesantísimos sobre el tango. Hay filósofos jóvenes que están hablando todo
el tiempo del tango. Es la propuesta de ver al otro. El encuentro. Todo lo que
es simbólicamente la otra edad, le decía yo. De los cuerpos. Los jóvenes en
España (es un papelón) te van a decir: Adriana, ¿bailas un tango? Y yo les digo
que no. Que no bailo, canto. ¡¿Pero cómo? ¿No sabes bailar un tango?! Y no, no
se bailar un tango. Ni Ahí, ni en Holanda. No sé, yo canto. Pero todos están en el tema. El que no escucha tango baila tango. Obviamente los
pibes que eligen el tango en todo el mundo tienen una cabeza muy particular. En
general, o son muy populares, o son muy leídos. O son muy buscadores. Son muy
copados. Son sectores más bien progres. Curiosos, fundamentalmente curiosos... Y
apasionados.
Pensas que el tango se puede “vestir de barrio”, andar
por Pompeya y, en ocasiones, vestir de etiqueta para quedarle muy bien a
Recoleta.
Y si! Ese es el tema. Ahí va. Cadicamo
siempre lo dice. Por que en esa movida de Paris en esos años estuvieron todos,
Hemingway,En midnight, la película de
woody Allen, donde justamente en el 20 un escritor atraviesa el tiempo medio
mágicamente se encuentra con Sartre, con Hemingway, con Picasso, con un monton
de escritores, y bueno aca estuvo Cadicamo y me lo contaba a mí. Yo estuve con
este, este y este y yo decía wooow. ¿Qué fuerte no? Es como otro Siglo, con
esas mujeres blancas, esas boquillas largas (me sale esa cosa de mina, romántica).
Y el chabón que iba al frente que se tomaba todo y escribía. Esos eran lugares
de mucha mistura. Estaba el aristócrata, estaba Dali y estaba el chabón que
terminaba mal. El tango era esa época. El principio de los 20 te diría.
Entonces esta empapado de todo eso. De toda esa cultura que nosotros no hemos
mamado. No hemos atravesado vivencialmente la tenemos ancestralmente. Entonces,
es universal.
*fragmento y adaptación de la nota realizada a Adriana Varela para la revista El Cruce - Agosto 2013.
La
pregunta de “cuantas pizzas preparó durante su vida” fue el disparador. La sonrisa
cómplice se pintó en su cara y la respuesta fue una incógnita. Podemos tener la
certeza que la cifra superará las miles. “Hace más de treinta años que estoy en
esto” cuenta el actor principal con orgullo.
Pizzeria
Mingo, Una perla para muchos de los vecinos
Domingo Vatrella, más conocido
como “Mingo”, es un inmigrante Italiano que llego a nuestro país allá por la lejana
década del ´50. Seguramente llego a nuestro país con las valijas cargadas de
sueños que más tarde se cristalizaron en sus pizzas. “Siempre
trabajé en pizzería, y en panadería” nos cuenta Mingo con un dejo
de nostalgia.
Cuando nos habla no puede
ocultar el acento de su lengua de origen. Uno entra a su pizzería ubicada a
metros de la rotonda de Llavallol y se respira un aire italiano en pleno Gran
Buenos Aires. La mezcla de olores y
sabores nos reciben siempre con amabilidad. “Las
pizzas de Mingo son las mejores que probé” nos cuenta un cliente durante
nuestra visita al local (personalmente, doy fé de eso).
Nuestro maestro pizzero no se
pone colorado por el elogio y redobla la apuesta. Nos cuenta que jamás tiro un
volante o hizo publicidad. Solo se apoyo en el “boca en boca” y en el sabor de
sus pizzas para hacerse conocido.
Si en Esteban Echeverría
existiese un circuito turístico o gastronómico, La pizzería de Mingo sería un
punto obligado a visitar en Luis Guillón. Para muchos, sus pizzas ya son una tradición.
Han compartido la mesa de los vecinos del barrio por años. Arranco en 1982 y
estuvo hasta 1994 en Loma Verde. Luego, en 1996, abrió su local en Boulevard
Buenos Aires n° 1978 en Luis Guillón y hasta el día de hoy sigue a paso firme. Sus
pizzas vistieron las mesas de las familias de la zona por años. Han compartido
festejos, emprendimientos, cenas con amigos, partidos de fútbol y miles de
reuniones entre “Guillonenses”.
“Algunos
clientes de Loma Verde siguen viniendo acá, la gente no te cambia así porque si.” cuenta Mingo.
Cuando uno entra al local
observa un orden y una limpieza que son una marca registrada. Un cartel rojo fileteado
describe los más de 50 sabores de pizzas que se preparan en el lugar.
Mingo siempre luce un impecable
guardapolvo celeste con el que marca la cancha y demuestra el respeto por su
trabajo. Cuando uno realiza el pedido en caja, siente como la maquina se pone
en marcha. En un cajón largo bajo la mesada de trabajo hay bollos que se
acomodan prolijamente. Los guarda celosamente. Como si fuese un ritual, Mingo saca
uno de esos bollos enharinado. Sus manos comienzan a evocar a los maestros pizzeros
italianos dueños de las recetas ancestrales de la buena pizza. Como no podía
ser de otra manera, todo va tomando forma y sabor.
“Para mí
los clientes son todo, yo doy todo por ellos. Ellos saben que si se cae un pedacito
de mozzarella al piso no va a parar a la
pizza. A los clientes hay que cuidarlos, trato de darles lo mejor”nos
cuenta mientras nos convida una porción de una faina de gusto particular: “tomá,
invitación de la casa”
- nos dice. La faina empieza a “calentar” los sabores del paladar y nos hace entrar
en clima. La pizza sale por primera vez del horno que se ubica en el fondo, detrás
del mostrador. Un poco de mozzarella, panceta y huevo rallado se van acomodando
sobre una capa de tomate. Mientras Mingo nos muestra una sonrisa dice, “Esto
es todo light”.
Luego, la pizza vuelve a entrar al horno para culminar con la obra maestra.
Si todavía no lo conocen, les
sugiero que pasen por su local, disfruten de su amabilidad, su atención y,
sobre todo, de sus exquisitas pizzas. Adelante Señores! La mesa está servida!
En los tiempos que corren esta instalada la idea de que todos estamos conectados. La velocidad y la instantaneidad son algo bien visto. Pero ¿que tan conectados estamos realmente? No se puede negar que en la actualidad las comunicaciones han acercado al mundo. Las distancias hoy parecieran ser mas cortas. En gran medida, las personas cuentan con dispositivos móviles y computadoras que las comunican con cualquier lugar del mundo. Nos acercan. ¿Pero que hay de los que tenemos al lado? ¿Se forman o creamos medianeras que nos desconectan? Nos separan, nos acercan.
Las medianeras están ahí. Siempre, separando. El bien del mal, lo lejano de lo cercano, lo propio de lo ajeno. Separando el este, del oeste. En ocasiones separan. Pero otras veces dividen y otras tantas fraccionan, quiebran, parten. Están ahí ¿las ves?. Están en todos lados dando relieve a una horizontalidad interminablemente angustiante. Algunos se sienten protegidos por ellas, dan seguridad. Evitan el contacto con otros no deseados, o deseados. Siempre fueron físicas. Las ves (Te chocas).
El nuevo siglo nos invita a lo digital. Y las medianeras también se vuelven digitales, discretas. El nuevo orden fomenta lo físico-individual y el colectivo-virtual. Las medianeras digitales están ahí. No las ves, pero están. Muros binarios que invaden el mundo real con ceros y unos. Lo físico se vuelve virtual. Lo continuo, discreto. ¿Ahora las ves? El desafió es cruzarlas, treparlas, saltarlas. Tu destino puede estar ahí…. Del otro lado de una medianera.
Particularmente valoro y defiendo el desarrollo de las nuevas tecnologías. Pero, sin lugar a dudas, tenemos un disparador para pensarlas.
Andrés Rotmistrovsky es un bajista Argentino de gran proyección que vive en Nueva York ya hace algunos años. Con su brillo acompaña a grandes estrellas de la música local e internacional. Dueño de un estilo logrado, posee una humildad admirable. Sin dudas, escucharán su nombre en los próximos años. Los invito a conocer un poco más de la historia de este gran artista.
Por Luis Alberto Climenti
L
o conocí navegando un día por la web. Era uno de esos días en los que buscaba escuchar algún bajista distinto. Encontré su música y su forma de tocar me llamo la atención. Sin dudarlo, me dispuse a conocer un poco más del músico, conocer su obra y su talento.
Anteriormente he compartido algunos vídeos sobre su música y estilo. Hoy intentaremos conocer un poco más al músico. El objetivo es sencillo, dejar algo a los miles de chicos (y no tan chicos) que están iniciándose en el arduo camino de la música.
Andrés es un bajista que tiene bien claro su norte. Conoce muy bien su destino aunque aún no ha estado ahí. Si uno habla con el artista descubrirá que conoce a la perfección el lugar dónde quiere ir. Tiene una determinación que sorprende y una filosofía de vida interesante; deja que las cosas fluyan naturalmente. Sabe dónde quiere llegar, pero no se desespera. Trabaja con paciencia de artesano y no fuerza las situaciones. Algo extraño por estos tiempos veloces. Se nota que a medida que recorre el camino, va disfrutando del paisaje.
Con esa filosofía llego al Berklee College of Music en Boston, se recibió con honores, llego a vivir en New York, toco en los lugares más prestigiosos de la escena del Jazz de los Estados Unidos, acompaño a Artistas de la talla de Eva Ayllón, Joan Baez, León Gieco (entre otros). Y como si esto fuera poco, logró el reconocimiento de sus pares.
Con su impronta, va recorriendo la escena de la música mundial en la que se brinda abiertamente. Sin embargo, se lo puede ver dictando clases abiertas vía Stream Live Video en twitter y contestando personalmente cada una de las consultas de sus más de 5.000 seguidores de facebook.
Su música se disfruta con los ojos cerrados. Nos ofrece lugares, colores, olores, texturas y sabores. Nos invita a recorrer con los sentidos lugares inexplorados. Su música se disfruta con tranquilidad. Si uno está apurado, o no tiene el tiempo suficiente para tirar un cable a tierra, les recomiendo escucharlo en otro momento. Su música expresa armonía. Su bajo y su particular forma de tocar nos invitan a vivir un viaje musical en estado puro. Un estado de puro de relajación pero sin perder el swing.
¿Quién es Andrés Rotmistrovsky?
Es una persona que ama lo que hace, y hace lo que ama. Me considero afortunado, y sumamente agradecido por todo lo que recibí, y por eso busco devolver algo de eso en lo que hago.
¿Cómo comienza tu historia con el bajo?, ¿Fue el primer instrumento que tocaste?
Comencé a tocar el bajo a los 13 años, impulsado por una gran pasión, al sentir que finalmente había encontrado un instrumento que encajaba perfectamente con mi personalidad, y me abría las puertas al mundo increíble de la música. Antes de la llegada del bajo, tocaba la guitarra clásica que teníamos en casa, aunque para mí —en mi imaginación— era un bajo cuando pulsaba las cuerdas de ¨la criolla¨ junto a Sgt Peppers de los Beatles.
También de chico tuve un teclado ¨Casio¨ con el que jugaba tocando arriba de la máquina de ritmos; yo me divertía tocando melodías rítmicas y repetitivas en el registro grave, con los sonidos de guitarra con distorsión o bajo eléctrico. Creo que ese espacio musical en el que me sumergía por horas, fue mi primer comienzo en la música, y como bajista.
¿Recordás qué artistas te influenciaron musicalmente en tu adolescencia?
Los Beatles, Red Hot Chilli Peppers, Divididos, Jaco Pastorius y Serú Girán. En los últimos años de mi adolescencia escuchaba a Charles Mingus, Miles Davis, Marcus Miller, Victor Bailey, Sonny Rollins; y de la escena local en Buenos Aires seguía a Javier Malosetti, Guillermo Vadalá, Latinaje y al Quinteto Urbano.
Los inicios en la vida de las personas son importantes, digamos que fundacionales. Es interesante descubrir cuáles eran los gustos de los músicos como vos en los primeros años. Existe un ritual, como un juego, que es el de comprar discos y compartir música. ¿Recordás cual fue ese primer disco que compraste?
Si! Live at the BBC de Los Beatles, un disco doble muy orgánico y cálido que habré gastado de tanto dar vueltas.
¿Cómo era un día en la vida de Andrés "el niño"? ¿Qué lugar ocupaba la música por aquellos años?
Tuve la enorme suerte de criarme en un hogar con mucha contención y libertad creativa, en donde las artes y el amor por la cultura siempre estuvieron presentes. Tengo recuerdos de escuchar música con mis padres, como un ritual. Con mi padre escuchábamos los Conciertos Brandenburgueses (J. S. Bach) y nos imaginábamos imágenes e historias acompañando a la música, mientras que mi madre me impulsaba con mi pasión de dibujar. De chico me pasaba todos los días dibujando y escuchando música, unos años después cambié al lápiz por el bajo. Hoy en día cuando toco música, encuentro un paralelo que conserva la misma pasión y el mismo sentimiento que tenía dibujando cuando era chico.
Si tuvieras la máquina del tiempo y pudieras ir a conversar con tu “yo” pequeño ¿Qué diría Andrés Rotmistrovsky a los 13, 14 años del músico Andrés Rotmistrovsky?
Que soy muy afortunado por las cosas que me pasaron; creo que la determinación, la tenacidad, y la dedicación que tuve siempre me ayudaron a abrir las distintas puertas que se fueron presentando en mi camino, para llegar al lugar en el que estoy hoy. En términos generales, todo sucedió igual que como lo soñaba en aquellos años.
Las nuevas generaciones de músicos tienen sus pruebas de fuego cuando deben presentarse ante un público expectante. Si bien hoy sos un músico afianzado profesionalmente, hubo una primera vez. Teniendo en cuenta que comenzaste a tocar muy joven. ¿Cómo fue tu experiencia en los escenarios?, ¿Qué recordás de aquellos años?
La primera vez que me subí a un escenario fue al mes de haber comenzado a tocar; estaba aterrorizado, ¿y cómo no estarlo con los sentidos tan despiertos, y con tantas coordenadas técnicas que uno tiene que dominar en la música? Todo salió mal... y eso me impulsó a seguir estudiando.
Al poco tiempo, tuve la suerte de entrar a la banda de una virtuosa guitarrista de Rock que se llama Carina Alfie, apenas al año de comenzar con el bajo.
Junto a ella recorrí mucho la escena under del Rock en Buenos Aires y fui ganando ¨horas de vuelo¨ en los escenarios, para luego sentirme cada vez más seguro. Con ella, toqué en el escenario principal del festival ¨Buenos Aires No Duerme¨ en 1997, ante miles de personas. Esa fue, para mí, una gran llamada para despertar en el mundo de la música.
Ya que lo mencionas, como muchos, vos comenzaste en el circuito "under" o con trabajos no rentados. ¿Qué momento consideras “quiebre” en tu vida musical?, ¿Cuándo te diste cuenta que era posible vivir de la música?, ¿Cómo viviste ese momento?
Mi proceso de incursión al ¨mundo del músico profesional¨ llegó al poco tiempo de mis comienzos, por eso no considero que hubo un momento de quiebre como tal, sino que fue un proceso gradual. Cuando todavía estaba en el colegio secundario, ya estaba trabajando tocando Jazz en un hotel lujoso en Buenos Aires, y también había tenido la suerte de tocar en proyectos musicales con diferentes grandes músicos de la escena local, como Norbert Fimpel (actual saxofonista de Joe Cocker), por ejemplo. Un tiempo después, a mis 21 años estaba dando clases de música en un terciario, tocaba en una comedia musical en Calle Corrientes y estaba de gira todos los fines de semana con la banda soporte de un artista. El proceso de ¨vivir de la música¨ fluyó naturalmente para mí.
¿Recordás los bajistas que observabas y te influenciaron por aquellos años?
Muchos bajistas me influenciaron a través de los años, ésos son algunos de los que conocí primero y todavía admiro enormemente: Paul McCartney por su sentido melódico, Flea por su personalidad, Diego Arnedo por su aplanadora, Jaco Pastorius por la magia, Javier Malosetti por el ¨feeling¨, Rocco Prestia por su estilo único, Marcus Miller por el buen gusto, Pedro Aznar por su voz cantante en el bajo, y Guillermo Vadalá porque todo lo que toca es una obra de arte.
¿Y cuáles son los bajistas que admiras hoy en día? ¿hay alguno al que seguís o te interese?
Muchos de los antes mencionados, así como también Matt Garrison (quién además fue mi profesor de bajo en Berklee), Dominique Di Piazza, Carles Benavent y muchos más. Debo confesar que hoy en día lo que más escucho y busco encontrar, son canciones que me lleguen, sin importar si la música tiene un bajo o no.
¿Qué significa la música para vos?
Para mí la música es un medio de expresión ligado íntimamente con los sentimientos más sinceros. Simbólica y figurativamente a mí la música me lleva de viaje, y me hace conocer distintas latitudes en el mundo y también al universo de la cultura. La música es una ilusión hermosa, creo yo, que nos acerca a lo más real que tenemos; eso hay que festejarlo y agradecerlo con más música.
Contanos un poco como llega el Jazz a tu vida.
A los 6 meses de comenzar a tocar el bajo recibí una beca completa para ser el bajista de un ensamble de Jazz. Me preparé escuchando el cassette de la comedia musical ¨All that Jazz¨ para luego enterarme que eso no era Jazz. Fui parte de ese ensamble dirigido por el violinista de Jazz argentino Héctor López Furst, durante 6 años. Desde mis comienzos siempre estuve ligado al Jazz y esa fue una gran escuela que agradezco tener en mi etapa de formación como músico.
Si uno busca tus vídeos en youtube, notará que se mezclan los acordes y las melodías. Se nota una predilección por tocar temas con "chord melody" de artistas de la Música Popular Argentina. Probablemente en esa forma de tocar este tú sello personal. ¿Cuáles son los elementos que observas en una canción para interpretarla con tu particular estilo?
Siempre elijo tocar temas que me gustan, no hay misterio. Siempre que saco un tema, la melodía está presente, y luego me resulta natural tocarlos con chord melody. Si fuera cantante usaría mi voz, como soy bajista, disfruto del desafío. La melodía es el elemento más esencial que busco internalizar a la hora de interpretar las canciones en el bajo. Luego, la interacción de 3 o 4 ¨voces¨ —o melodías— es lo que tengo que descifrar para que el arreglo tome forma, y finalmente cuando canto internamente la melodía del tema a la hora de interpretarlo, siento que la música ¨cobra vida¨. Ese es el proceso para que salga a la luz lo que tengo para decir en la música, con mi propia voz.
Vos sos argentino, pero hace ya varios años tu vida se desarrolla en Estados Unidos. Contanos un poco como llega New York a tu vida.
Cuando terminé mis estudios en Berklee conseguí un permiso de trabajo y decidí probar suerte en la Gran Manzana. Un tiempo después me sorprendí al darme cuenta de que el tiempo había transcurrido naturalmente, y estaba ya instalado en Manhattan, feliz de la oportunidad de seguir creciendo como músico en este centro tan enriquecedor.
Siempre me encantó la ciudad por muchísimas razones, principalmente porque casi todos los que ¨aterrizan¨ en Nueva York, no llegan por paracaidistas sino porque tienen un gran sueño por cumplir. Eso es algo que está en el ambiente y nos inspira y retroalimenta a todos.
Seguramente tendrás miles de momentos gratificantes y felices en tu vida profesional. Que te reconfortaron. Pero si te pidiera que me cuentes sobre un momento en tu vida profesional, cual elegirías y por qué?
Una foto musical que guardo en un lugar especial en mi memoria fue cuando toqué ¨Solo le pido a Dios¨ con León Gieco, en el Lincoln Center de Nueva York, a sala llena y con toda la gente cantando. Un momento memorable.
En 2011 editaste tu primer disco Upbeat. ¿Cómo nació el proyecto y con qué artistas lo grabaste?
Mi primer disco como solista fue un proyecto que tardé bastante en realizar, ya que requería una gran dedicación e inversión de tiempo, económica, y de energía.
Ese material representa el cierre de una etapa mía de búsqueda musical; el disco cuenta con un número de temas que compuse en mis años en Berklee, temas cargados con muchas emociones de introspección sobre mis antepasados, y la nostalgia que significa para mí ser un inmigrante, estar lejos.Lo grabé con un presupuesto muy bajo y con solo una sesión de algunas horas de grabación. El disco se hizo realidad gracias al impulso de mis seres queridos, y gracias también a los enormes músicos y amigos que participaron: Matan Chapnitzka en saxo tenor, Evgeny Lebedev en piano y Marcelo Woloski en percusión —casualmente todos de origen ruso, como yo.
¿Qué buscabas al momento de grabarlo?, ¿esperabas generar algo en quien lo escuche o fue una búsqueda personal?
A la hora de grabar ¨Upbeat¨ simplemente buscaba cerrar una etapa que tenía postergada, para permitirme avanzar en mi carrera musical. Dar el primer paso concreto como solista.
Los temas incluídos en el disco representan mi historia y eso mismo es lo que busqué proyectar en quien lo escuche.
¿Cómo nació la lista de los temas a grabar?, ¿Te apoyaste en otros músicos?
Fue una selección de mis composiciones dentro de la estética del sonido de música de América del Sur con aires de Jazz que estaba buscando. También incluí un standard de Jazz y Desarma y Sangra (Charly García) y Cinco Siglos Igual (León Gieco, Luis Gurevich).
En el libro escrito por Walter Isaacson sobre la vida de Steve Jobs, creador de Apple, hay un fragmento que cuenta acerca de un viaje a India revelador e inspirador para Jobs. Todo lo que nos sucede en la vida, sin dudas, deja una marca o una huella. ¿Que significo para vos haber viajado a India?
India es un lugar increíble y siempre sentí un magnetismo por esa cultura. A mí me marcó desde un lugar diferente al que imaginaba antes de viajar; me volvió a conectar con la sensación gratificante y enriquecedora de la enseñanza de música, que había dejado de lado por largos años, y que hoy en día cumple un rol importante en mi vida musical.
¿Con que músicos te gustaría tocar?
Con todos los que pueda creer en la música que toquemos. Para mí la música es una cuestión de fe.
Pasando al plano de la educación musical. Existe una discusión entre los que defienden el estudio formal de la música y quienes no consideran necesaria una formación dura para tocar. ¿Consideras que el estudio y la técnica son partes fundamentales en un músico profesional?
Si existe una discusión es por sentimientos de inseguridad; personas que se sienten amenazadas por algo o por alguien, y por eso la necesidad de defender sus métodos de preferencia para la formación musical. Para mí no hay nada que discutir, creo que las dos grandes escuelas —la técnica académica y la folclórica (de oído, o ¨de la calle¨)— tienen mucho que enseñarnos. Creo que lo más aconsejable es entender la historia de los músicos que tenemos como referente, para luego tomarla como ejemplo. La música puede ir más allá de ser ¨artista¨, o de ser “músico profesional¨, la música puede ser un ejercicio de bienestar personal al ejecutarla o simplemente al escucharla. ¨No existe una escuela que enseñe a vivir¨.
Buscando información para esta nota, descubrí una presencia muy fuerte de Andrés Rotmistrovsky en Redes Sociales. De hecho, descubrí que dictas clases abiertas y gratuitas de música y bajo por twittcam. ¿Cómo nació todo esto?
Es mi pequeño aporte para hacer un mundo con más música. Me veo reflejado en mis primeros años de estudiante de música, en donde me costaba encontrar información de música, con éstas clases abiertas busco compartir lo que aprendí a través de mi búsqueda musical, así como también contactarme de una forma más directa con muchos colegas músicos y, por sobre todo, busco incentivar la curiosidad por el estudio y la formación de los música.
¿Cuál es tu pensamiento acerca de las llamadas "nuevas tecnologías" en relación al estudio de la música? ¿Crees que benefician a las nuevas camadas de músicos?
Recuerdo que cuando comencé a tocar el bajo, había poca información disponible acerca del instrumento, había un poco de misterio alrededor, y eso me gustaba, y me impulsaba a averiguar más. Hoy en día las distancias se acercan y tenemos mucha información disponible a ¨distancia de un doble click¨, esto podría haber sido una imagen de ciencia ficción hace algunos años. Creo que el acceso a tanta información y comunicación global es algo totalmente positivo, especialmente si tenemos determinación en formarnos. Yo particularmente estoy constantemente buscando estudiar distintos temas de ciencia, historia, técnica, y demás información que encuentro en el ¨Ciberespacio¨. El costado negativo de tener tanta información disponible es que a veces es fácil dispersarse y no lograr un resultado con productividad. Las cartas pueden estar en la mesa, aunque es uno el que las tiene que jugar.
¿Cuál es tu consejo para los chicos que están empezando a hacer sus primeras armas en la música y quieren ser músicos profesionales?
Buscar la pasión en formarse, dedicarse y estudiar seriamente como cualquier carrera. Es bueno contactarse con gente que ya esté en el medio, pedir consejos, y mostrar lo que hace uno. En el mundo profesional de la música la personalidad es más importante que lo que uno pueda tocar. Si se dedican seriamente y creen en lo que hacen, van a poder lograr cumplir cualquier objetivo que se propongan.
¿Te seduce la idea de desarrollar un proyecto educativo?
Me encantaría abrir una escuela de música en algún momento. Supongo que es un proyecto a —relativo— corto plazo. Todo lo que puedo enseñar es mi experiencia, y así va a ser: muchos recursos técnicos musicales, aunque siempre aplicados a la práctica musical. Estoy planeando abrir cursos de música ¨online¨ próximamente.
Para ir finalizando la Nota ¿Querés contarnos un poco qué usas para lograr tu sonido?
Mi bajo principal es marca Sukop, y está afinado con una cuerda más aguda (E, A, D, G, C). Es un instrumento tan cómodo y con el que me conecto tan bien, que me puso en el camino de encontrar mi propio estilo. Podría decir que una parte importante de mi sonido tiene que ver con una búsqueda durante años; investigando hasta encontrar los micrófonos, la acción (altura) y el calibre de las cuerdas que me resuenen más. Aunque la parte principal, es definitivamente el reflejo de mi formación como músico, y principalmente con lo que tengo para decir, con mi propia voz, en la música.
¿Próximos proyectos?
Estoy muy contento con la respuesta positiva que tuvieron muchos proyectos de vídeo discos (Youtube) en los que produje o participé en éste último tiempo. Tengo ideas de producir distintas músicas con ese formato audiovisual, de acceso libre. También tengo ganas de viajar por el mundo presentando mi música y dando clínicas de música y bajo. Me encantaría seguir tocando en la banda de algún artista que me guste, como Gonzalo Aloras, un músico de los que más admiro, con quien muy pronto voy a compartir músicas.
¿Cuales son tus sueños?
En la música, mi sueño es ser parte de la banda un artista que admire y en el que crea. También me gustaría formar una banda con la que tengamos algo importante que decir, y crear un proyecto educativo para la formación del músico.
Siempre tuve metas claras y mucha determinación, aunque disfrutando del camino. El camino es en donde verdaderamente estamos, y lo que verdaderamente importa. La nota llega a su fin pero la música definitivamente no. Si quieren investigar mas sobre este artista los invito a ingresar a su fanpage en https://www.facebook.com/andresrotmistrovsky